07 marzo 2006

Objetos de colección



Solía meter tus guiños de ojo en botes de conserva, los guardaba como prueba en la balda más alta de mi habitación. No era frecuente que un chico de los mayores mandara mensajes no verbales tan sutiles a una chica de segundo con aparato, de pelo rojo con electricidad estática para abastecer a la ciudad, y mirada asustadiza. Pasé horas muertas observando el bote; Eran como mariposas con pestañas que parpadeaban constantemente. Siempre trataba de asegurarme de que había cerrado la tapa con fuerza por si se escapaban volando, tenían una tendencia incomprensible de querer colarse por cualquier rendija.

Al poco tiempo, inexplicablemente, marchaste a la ciudad. Todo me recordaba a ti y los pasillos del colegio se quedaron sin mi pasatiempo favorito. Al pasar los meses y ver que no regresabas decidí disecar tus guiños de ojo y forrarme la carpeta con ellos. Ya sabes, era una quinceañera por aquel entonces.

2 comentarios:

coco dijo...

Y está bien no dejar nunca de tener quince años, pero sin los granos ni la grasa en el pelo, que tanto molestan. ¿Me prestas un guiño disecado para rellenar un beso de primavera?

slesnor dijo...

qué sería de aquella carpeta forrada con sus guiños....


bicos e apertas.