12 marzo 2006

El Show de W.C.


W.C.Carter, el humorista, tenía una tendencia increíble de confundir a su audiencia con sus discursos, quizá, precisamente por eso era el cómico más aclamado y solicitado de los Estados Unidos. El público reía enloquecido con cada palabra que Carter pronunciaba en su late-night, se revolvían en sus asientos con carcajadas rabiosas en un causa-efecto sorprendente. W.C.Carter o el “Hijo cómico de América”, como empezó a ser conocido, no entendía bien cuál era la clave de su éxito; se olvidaba de los finales de los chistes dejándolos siempre incompletos, tenía escasa facilidad de palabra y era un pésimo comunicador. Quizá entraban en juego sus facciones desordenadas, los agujeros negros de su tremenda nariz, los dientes apiñados en el interior de su diminuta boca, o su insignificante estatura. Su destartalada imagen fue estampada en camisetas, pegatinas de chicles, dedales y jarras de desayuno. Ni directivos, ni guionistas daban crédito a aquel fenómeno sociológico.

W.C. Carter a veces consideraba su virtud como un peligroso problema porque en ningún rincón de los cincuenta estados tomaban sus palabras como creíbles. Aunque pusiera todos sus esfuerzos en modular su voz hacia un tono más grave, todo lo que dijera o hiciera era considerado como el mejor de los chistes jamás inventados. Una noche en su programa “El Show de W.C.”, en riguroso directo, le dio un ataque al corazón. Nadie pudo actuar. Todos lo interpretaron como el más desternillante gag de su carrera como humorista. Fue una completa masacre. Poco después todo el público, uno a uno, afixiado entre carcajada y carcajada, moría de risa.
(Imagen Eduardo Bertone)

3 comentarios:

...................... dijo...

Hola
soy Sonia
me alegro q t hayan gustado mis dibujos...
este lo has hecho tu?...me gusta muchisimo...

Patricia dijo...

Sonia, qué va! ya me gustaría saber dibujar así, yo sólo escribo en este blog. La imagen es de Eduardo Bertone la encontré por casualidad buscando en internet. Thks por pasarte por aquí.

slesnor dijo...

no conocía las consecuencias de que nunca te tomen en serio; de todas formas una muerte colectiva de risa tampoco me parece mal :P

Bicos e apertas