08 febrero 2007

Católico apostólico


Le gustaba decir en las conversaciones de ambulatorio que tenía tres personalidades que se fundían en una “como la Trinidad”. Adolf Baltuzthzer era hipocondríaco, supersticioso y católico apostólico. Era evidente que todo estaba escrito de manera explícita; con frecuencia debía abandonar el trabajo por “desórdenes gastrointestinales” al ver un paraguas abierto en la oficina o porque la virgen María le había advertido que su madre se había dislocado la cadera (tenía problemas óseos pero no tan graves como los suyos). Comía col verde porque lo auguraba la marquesina del autobús que se situaba enfrente de su portal y cambiaba de menú cada quince días, cuando lo renovaban por uno de maquinillas de afeitar. Se enamoraba de patologías con nombres extraños y las hacía suyas porque le daban un aire de intelectual: adrenoleucodistrofia, aspartilglucosaminuria, poliquistosis renal autosómica dominante... Explotaban en su boca al pronunciarlas como los sobres efervescentes con sabor a naranja que compraba en la farmacia.
Cada invierno Adolf Baltuzthzer hacía una terapia depurativa de cuerpo, alma y espíritu cayendo en pecado, entonces ponía en marcha todos los mecanismos de defensa y se fortalecía: buscaba faldas, dejaba de tomar antihistamínicos, perseguía gatos negros, recogía zapatos de tacón y medias de cristal bajo su cama, pintaba bigotes en las estampitas de los santos, bebía cerveza, se disfrazaba de frankfurter, descuidaba el orden y se olvidaba el pastillero en el cajón cuando salía de casa con la camiseta de la selección nacional de fútbol brasileña.
Una vez concluida la terapia acudía a la iglesia, el párroco le mandaba quince avemarías y entonces suspiraba aliviado auto-diagnosticándose: superviviente crónico.


(Imagen: Theodotos)

7 comentarios:

Tocotó dijo...

Lo que le pasa a Adolf es que va todos los días a la iglesia para rogar que se adelante la terapia de choque. Seguro que estaría dispuesto a rezar 500 avemarías a cambio de un buen mes de terapia intensiva.

Me ha encantado la historia, sencillamente genial..

El coleccionista de finales felices dijo...

Ja,ja,ja. Gran historia, gran foto y gran final. Chapó.

Anónimo dijo...

¿Ha pensado en menos terapia de choque y más vivir?

superpicnic dijo...

franktasticurt !! me recuerda un poco a mi este hombre. tengo astigmatismo y cuando leo blanco sobre negro me mareo un monton... entre otras lindeces cotidianas.

superpicnic dijo...

ey otra cosa, me he registrado en 20mins para votarte y me pone este error:
"¡No puedes votar porque no tienes un blog inscrito!"

que hago mal?

Patricia dijo...

Holaaa!!

Tocotó: la verdad es que a Adolf se le nota un brillo especial en los días de su terapia depurativa. ;)

Kawawookie: Has logrado una sonrisa con tu comentario, la ves? :)))

Niha: Remitiré tu pregunta a Adolf, gracias por hacerle recapacitar.

Superpicnic: No veas la ilusión que me hace que intentes votarme! La verdad es que no sé, creo que para poder votar es necesario registrarse y tener un blog. De todas formas gracias por tu intención.

Un abrazo apretujado (de esos que hacen crujir la espalda) para todos.

Muak!

Danilo T. Brown dijo...

Aquí estamos de nuevo!!!!
Oye, creo que Michelle Djerzinski y Adolf Baltuzthzer harían buenas migas no?
Muy bueno querida loca!!