26 agosto 2006

El Mirador



Nunca supo con certeza en qué momento terminó todo. En qué segundo hubiera dado la vida por él y en cuál se descubrió atusándose el pelo en un gesto de coquetería al recoger el coche del taller. En qué parcela de tiempo optó por desabrocharse un botón de la camisa justo antes de entrar en la ferretería de los hermanos Artexe. Cuál es el preciso instante que separa los dos abismos.
Aún ella le arreglaba la camisa, le combinaba el traje de los domingos e intentaba, aunque sin éxito, quitarle esa maldita manía de llevar algún complemento de fieltro en la cabeza. “En el norte los hombres son más viriles con sombrero”, le decía él justo antes de salir a la calle. Ella se limitaba a asentir y a plancharle con la mano alguna última arruga de la chaqueta. Salían a la calle, bordeaban la plazuela porticada, tomaban la primera calle a la derecha; una pequeña cuesta empedrada, se sentaban en el mismo banco en que él le pidió matrimonio, recordaban aquel momento, subían quince escaleras, y ya habían llegado. El mismo ritual de los domingos desde hacía años. Quizá lo único que varió fue la cadencia de los pasos; ahora más lentos y silenciosos.

Desde El Mirador se tomaron alguna vez todas las fotografías de las postales que se vendían en los estancos, papelerías y tiendas de souvenirs como recuerdo de la ciudad. Entonces él la agarraba por la cintura y le decía:
- ¿Verdad que la vista impresiona?
Ciertamente después de 20 años no impresionaba demasiado, pero ella se obligaba en arquear las cejas para componer una expresión de sorpresa. Ella se obligaba a quererle.
La realidad es que desde hacía no más de un par de años, a las 7 de la tarde 56 segundos había acabado todo.

(Imagen: Rodney Smith)

7 comentarios:

Sandoz dijo...

Es cierto... Siempre se nos escapa el mismo detalle: cuál es ese instante que separa los dos abismos... en qué momento sucede, dónde, cómo, y qué es lo que cambia...
No te conocía.
Un beso.

Danilo T. Brown dijo...

"Odi et amo. Quare id faciam? fortasse requiris / Nescio, sed fieri sentio et excrucior"

Catulo... un grandioso hijo de puta

peter k dijo...

abismos que separan infiernos de cielos, unas mentiras de otras, caricias eternas de simples estrechamientos de manos,...

penas de no poder ver ya el infinito y alegrias de poder ver ya otro infinito.

muy lindo!!
beso

p.d. alvarez dijo...

que hermosa fotografía.
y qué hermoso es, a veces, pararse en un mirador a contemplarlo todo.
todo...

Anónimo dijo...

Patriiiii joe esto promete es muy muy bonito lo que escribes...que increible eres y el blog es es es essss..........esa imagen de Joe Sorren ( dedicada a su mujer ) me ha tocad la fibrilla es un gran gran artista y dios......

Los pasos lentos, silenciosos,las cosas pequeñas e insignificantes hacen ver muchas cosas infernales a veces imposibles de ver o de querer ver...........

muak

ainak dijo...

Veo que has cambiado el aspecto de tu blog, ha quedado realmente elegante ;-)

coco dijo...

Es muy dificil saber en qué instante algo termina. Siempre depende de la velocidad del observador, ya dijo Einstain que el tiempo era relativo. Quizás cuando para uno acaba de empezar, para el otro ya hacía siglos que había acabado.