21 febrero 2006

La estación


La estación huele a humo de tubo de escape de autobús, ese que entra por la nariz y llega al cerebro en centésimas de segundo. Se respira en la parada de metro antes de salir del vagón. Avenida América huele a hollín, Sol huele a bollo, a gofre, ¿dónde estará esa pastelería fantasma?. El intercambiador huele a gente desconocida que va y viene con frentes en las que se lee: “con ganas de regresar a casa”. La estación de autobuses me recuerda que a sólo tres horas está el canjeo de besos cibernéticos, por tu boca, por palabras, por gemidos, por sonrisas. El intercambiador es esperar impaciente las llegadas y detestar, en el mismo lugar, el café sin taburete de las salidas. Es encontrarse en casa y regresar después con tupers, recordando un “llámanos-cuando-estés-allí”. La estación son nervios del tamaño de mi maleta con ruedas en el estómago, es volver, volver, volver…

1 comentario:

slesnor dijo...

Me bajé en esta parada, olía a casa así que me quedé un rato antes del siguiente enlace.

En la puerta del baño en esta estación dejo mi comentario:
Me gustó, volveré, slesnor 2006.


Bicos e apertas