Consiguieron alcanzar el ideal americano. Kevin Jones limpiaba cada domingo su Cadillac “con-antichoque-de-baja-presión” a las puertas de su casa, no porque no pudiera permitirse llevarlo a un lavacoches de múltiples rodillos sino porque admiraba que le vieran limpiarlo con la gamuza mientras sonreía a sus vecinos, aquellos que apenas podían permitirse un coche europeo. Kevin sentía pasión por todo aquello que tuviera un motor, un enchufe y un manual de instrucciones; podía pasarse horas pasando el cortacésped helicoidal por el jardín, haciendo batidos y zumos de frutas con la batidora de vaso y lavando sus camisetas de tenis para luego escuchar el sonido de la secadora.
A Barbara Jones, sin embargo, le fascinaba la cinta andadora, esa con la que podía estar una mañana entera mientras echaba una hojeada al Vogue, también le gustaba retocarse el tinte para el cabello y darse baños de sol en el jardín aunque Kevin no mostrara el mismo entusiasmo por esta práctica.
Cuando llegaba el domingo ella le guiñaba un ojo a su marido, le apretaba el trasero- “mi querido respingón”, como ella prefería llamarle- se humedecía los labios y le enseñaba una teta en un acto de aparente descuido. Barbara Jones ahora únicamente pensaba en la parejita: ya sólo les faltaba la niña.
A Barbara Jones, sin embargo, le fascinaba la cinta andadora, esa con la que podía estar una mañana entera mientras echaba una hojeada al Vogue, también le gustaba retocarse el tinte para el cabello y darse baños de sol en el jardín aunque Kevin no mostrara el mismo entusiasmo por esta práctica.
Cuando llegaba el domingo ella le guiñaba un ojo a su marido, le apretaba el trasero- “mi querido respingón”, como ella prefería llamarle- se humedecía los labios y le enseñaba una teta en un acto de aparente descuido. Barbara Jones ahora únicamente pensaba en la parejita: ya sólo les faltaba la niña.
(Imagen: Diane Arbus)
6 comentarios:
He ahí el claro ejemplo de vida programada como una cadena de televisión, como un reproductor de dvds, como la cartelera de un cine de barrio.
"La parejita" es todo lo que necesita para ser feliz.
Y no imagina lo que hay detrás de esa pequeña falta. Una lavadora nueva puede ser la solución. O la fluoxetina. El divorcio tal vez, o enviar a los niños a un internado... Operarse las tetas. Eso es, lo único que necesito -piensa la señora Jones frente al espejo- es otro par de tetas. Volver a verme como antes de tener la niña, cuando todavía era joven. Qué tiempos aquellos. Qué felices.
Patri, q nos quedan poquito ya para acabar esas pruebas de fuego que son los exámenes. Te deseo mucha suerte para economía. Me gusta mucho tu blog, es muy artístico y profesional. Lo leeré más a menudo, aunque por lo que veo requiere bastante atención leerlo porque escribes historias muy interesantes. Un besito y espero que nos vaya bien en los exámenes que nos quedan! Un besito para la Patricia de moda!! Muaks
La sonrisa por obligación, las normas que regulan la felicidad permitida expuestas en un catálogo y el armario hasta arriba de prozac. ¿Qué más se puede pedir?
Anuncio de simiesca importancia y transcendencia de raza:
Nibelungos kamikazes disponen desarrollar un ataque sorpresa contra bases cosméticas de fingida pose interracial, maanza de bolsitas de algodón y ajusticiamiento de bulímicas, en privado y con invtación.
Un saludo desde Urano,
el doble de Edgar Quinet y Malcolm McDowell
Es increible como partículas del universo tan dispares son capaces de juntarse y crear cosas maravillosas como la niña del "me voy estas vacaciones para mi casa" escriba la realidad misma desde el enfoque de su mirada, de su lúcida mente que busca entre la oscuridad lo más oscuro, alumbrado por la pura belleza. Enhorabuena. Preciosa escritura, preciosa lectura. Biquiños!!! (hazte a la idea de la bandera de Galicia) ;)
me encanta esa fotografa...
y toda tu selección!
que alegria!
beso
Publicar un comentario