En su trabajo era la responsable de “instrucciones al consumidor” de la sección de etiquetería de una gran empresa multinacional que exportaba a unos 50 países macedonia enlatada, canelones precocinados, aceitunas violadas, lomos de merluza envasados al vacío, suavizantes de olor a marsella, compresas con toallitas aromáticas y toda clase de productos para el consumo cotidiano.
Tenía que poner especial cuidado en destacar los productos alérgenos. “Este paquete puede contener trazas de avellanas u otros frutos secos”. Debía ser concisa y clara. “Poner en una cazuela mediana medio litro de agua y dos cucharadas de aceite. Llevar a ebullición. Verter el contenido de esta bolsa removiendo al mismo tiempo”.
Acogió el uso del infinitivo con agrado, como un acento regional que se adhiere al aparato fonador en cuestión de horas. De igual manera, sin darse cuenta, empezó a tener dificultades a la hora de relacionarse con los demás. Advertía a sus amigos cómo debían hacer las cosas, con qué grado, en qué postura, cuántos minutos. “Para beber una cerveza limpie con cuidado la boca de la botella con una servilleta. Introducir el limón. Sorber”. Su profesión como responsable de instrucciones al consumidor de la sección de etiquetería de una gran empresa multinacional que exportaba a unos 50 países toda clase de productos para el consumo cotidiano también afectó indirectamente en sus relaciones íntimas. “Para desabrochar el sujetador sujete con firmeza las bandas horizontales que se sitúan en la espalda. Realizar un movimiento de acercamiento de pulgares. Soltar”.
Tenía que poner especial cuidado en destacar los productos alérgenos. “Este paquete puede contener trazas de avellanas u otros frutos secos”. Debía ser concisa y clara. “Poner en una cazuela mediana medio litro de agua y dos cucharadas de aceite. Llevar a ebullición. Verter el contenido de esta bolsa removiendo al mismo tiempo”.
Acogió el uso del infinitivo con agrado, como un acento regional que se adhiere al aparato fonador en cuestión de horas. De igual manera, sin darse cuenta, empezó a tener dificultades a la hora de relacionarse con los demás. Advertía a sus amigos cómo debían hacer las cosas, con qué grado, en qué postura, cuántos minutos. “Para beber una cerveza limpie con cuidado la boca de la botella con una servilleta. Introducir el limón. Sorber”. Su profesión como responsable de instrucciones al consumidor de la sección de etiquetería de una gran empresa multinacional que exportaba a unos 50 países toda clase de productos para el consumo cotidiano también afectó indirectamente en sus relaciones íntimas. “Para desabrochar el sujetador sujete con firmeza las bandas horizontales que se sitúan en la espalda. Realizar un movimiento de acercamiento de pulgares. Soltar”.
Aunque amaba su profesión porque despertaba en ella su talento literario, decidió pedir un cambio de puesto en la empresa. Ha tenido suerte, en pocos días se ha convertido en la responsable de la sección “fecha de caducidad en el dorso”. Y sí... está contenta porque ha dejado de lado el uso constante del infinitivo pero ahora mira con lástima la bombilla del flexo de su mesita de noche, el gel limpiador sin jabón para pieles secas, el guante de crin, un desodorante, la coliflor en la nevera, su relación con el vecino del cuarto.
Imagen: Aletheuo
11 comentarios:
MUY BUENO, COMO SIEMPRE....
jaja, humor acido. Toda la suerte para ella, entonces; siempre pa' lante.
Genial el encabezado de tu blog, ya te estaremos leyendo las lagrimas por aca.
Un placer.
no estoy deacuerdo con halo.
sabes, querida loca, que no miento.
Creo que cada vez lo haces mejor (y encima lo haces rápido!!!).
aunque después de leerte, me surgen algunas preguntas ¿tienen fecha de caducidad las bombillas? ¿qué pone en la caja "encender preferentemente antes de 4/6/09?
Por desgracias, las relaciones con los vecinos caducan rápido, en seguida les sale moho en los pliegues de la ropa y se les agría el aliento por las mañanas.
Un placer!!!
Halo: Esta vez has sido rápida, ya te advertí que los atracones no eran buenos. Mejor dosificar la dosis. ;) Gracias por la visita, Muamua.
Dyitz: Qué curioso.. A veces quiero hacer que los personajes den pena, pero al parecer acaban dando "risa ácida". Como siempre los personajes se rebelan, tienen vida, ya sabes.. Y, sin duda, eso es lo bueno. Besos!
Edgar: Bueno, las bombillas no tienen fecha de caducidad en ese sentido, pero al final siempre se acaban fundiendo. Un día decides no ponerte más esos pantalones gastados, mudarte de ciudad, terminar una relación, dejar de usar unos calcetines... en fin, ese es su momento de caducidad, no? Aunque nadie lo indicara en ningún lugar.
Gracias por la lectura y por tus críticas!! Ya te dije... pensé que no escribiría mucho más, pero bueno, es inevitable. Tú ya sabes de que hablo.
Un abrazo.
ya hombre, si lo entendí tal cual estaba, pero era por aportar algo gracioso.
jeje!
Bonito humor ácido, la foto esta fregona.
Saludos
Me encanta tener una prima asin, eres la ostia. En esa cabecita hay mucho. Eres cojonuda prima....
Besitos de tu primo... ¿Cualo?
Tengo muchos güevos
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La vi hace unos días. Me dio recuerdos para ti. No sabía de sus cambios, de su nueva vida y tardó muy poco en ponerme al corriente. Yo la avisé, pero creo que no me tomó en serio. Si ahora te escribo es por ver si tú puedes hacer algo; me tiene preocupado. Desde que dirige la sección de caducidades afina el ojo al mirar a la gente y pronostica sus días de vida. Todavía no ha podido comprobar algo que yo ya sé. Que sus previsiones son del todo ciertas. A mí me auguró, frívolamente, tres meses. Ella no lo sabe, pero son los mismos que ayer me concedió el oncólogo.
Joan.
Podría trabajar en el etiquetado de los botes de palillos; no caducan.
La comentarista se ha mudado a http://descalzaporelcesped.blogia.com
PRECIOSO!!!!
De lo mejor que he podido leer por esta blogsfera literata! ;)
Qué tal el verano?
Un abrazo!
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