Empezó los trámites de la empresa justo después de terminar de leer el reportaje central del Asahi Shimbun, el rotativo explicaba la situación de los japoneses entre los treinta y los cuarenta años.
“Han logrado una vida llena de éxitos profesionales debido a años de duro esfuerzo académico, de lucha laboral y perseverancia, sin embargo más de un 63% de los japoneses treintañeros confiesa no tener una pareja estable, vivienda propia o un sillón-relax con mando a distancia en su piso de alquiler. En definitiva; los Shuame como se les ha empezado a llamar, son considerados ya como unos auténticos fracasados en nuestra sociedad”.
Mashumi abrió su tienda al público para satisfacer las necesidades de ese sesenta y tres por ciento. Puso a disposición de sus clientes pisos exclusivos con toda la tecnología necesaria para impresionar al jefe y a la mujer del jefe, además se podían contratar los servicios de novias, novios (con personalidad y oficio a escoger), o prometidas (con sortija) para llevar a la cena de la noche de navidad o en la fiesta del cumpleaños de la abuela. Se prestaban bolsos y vestidos de diseñadores, un marido atento y dos hijos cariñosos para la reunión de antiguos alumnos de la universidad. Ofrecía una cocinera discreta que preparaba nigeri-sushi, unagi o tempura en el domicilio, que desaparecería justo antes de que llegaran los invitados. Además existía la posibilidad de crear paquetes y combinarlos según las necesidades de cada usuario porque se ofrecían excelentes facilidades de pago; bonos, mensualidades, préstamos o descuentos dependiendo del número de servicios y cobrando únicamente las fracciones, horas, o días de préstamo.
El mismo día que Mashumi cumplió los treinta y seis decidió abrir una franquicia, no porque no pudiera atender a la demanda de todos los Shuame, sino porque ella también quería contratar los servicios de su empresa.
El mismo día que Mashumi cumplió los treinta y seis decidió abrir una franquicia, no porque no pudiera atender a la demanda de todos los Shuame, sino porque ella también quería contratar los servicios de su empresa.
(Imagen: Maleonn Ma)
8 comentarios:
muy bueno. salu2
¿Y a los españoles como nos llaman? mmmm los SUDAME (Solteros Únicos Desean Amar con Mucho Éxito)
o también como los japones SHUAME (Solteros Huyen de Un Amenazante Matrimonio Eterno)
:)
que alguien me diga como se les llama a los mexicanos.
por favor!!!
:)
Peor sería que los llamaran wasabi, porque picarían. O Fugu, porque comerlos mal cocinados mataría. En fín, que debe ser una putada, pero al menos ellos tienen los ojos con la forma adecuada para decodificar el canal plus sin tener que pagar.
Original.
Definitivamente mola bastante más llamarse Shuame que triste mileurista.
Imaginaros el dialogo entre un japonés y en español en als mismas ciscunstacias socioeconómicas.
- Tu que eres?
- triste mileurista.
- Tú?
- Yo soy Shuame.
- Ooooohhhh!!
Si le dices mileurista a un japonés, posiblemente le sonará igual de interesante (por decirlo de alguna manera), que a nosotros Shuame. El problema vendrá cuando le cuentes el significado. Se partirá el culo.
A pesar de todo, yo quiero ser mileurista.
Hola Patri!!!! me han encantado los post que he leído de tu blog, no sabía que tenías uno!! lo he descubierto por tu nick del msn. Espero que todo te vaya genial por Madrid. Escribir ya veo que escribes de primera!! un beso grande
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